miércoles, 8 de julio de 2009

Historietas

Cada domingo después de misa, llegábamos al estanquillo de la esquina de la plaza, y papá nos compraba a cada quien sus cuentos de historietas preferidas, que el Pato Donald; La pequeña Lulú; Archie y sus amigos; el Pato Lucas; Superman, Susy Secretos del corazón (ésta era para mis hermanas mayores, pero también la leía), entre muchas otras más. A papá le gustaba incitarnos a la lectura, y a la comprensión de lo que leíamos, pero también a observar los detalles de cada historia y sus personajes. Después de leer nuestros cuentos, él nos hacía toda clase de preguntas sobre lo que habíamos leído. Pero se iba por los detalles, recuerdo bien aquel domingo en Taxco, que muy ufana le contaba la historieta del Pato Donald, y de pronto me pregunta y cual es la placa del auto del Pato? Ups, no me había fijado en ese detalle. Corrí a releer toda la historieta, para poder encontrar el recuadro con el auto y su placa. A partir de ese momento tuve la precaución de ir tomando nota mental de cuanto detalle me pareciera importante. Esto impactó mi niñez, y por ende me hizo ser una mujer muy observadora. Además soy devoradora de libros, pero me encantan aquellos que detallan la vida y las costumbres de la época en que son narrados. El primer libro que leí fué La cabaña del Tío Tom, y le siguió Corazón diario de un niño o De los Apeninos a los Alpes. De ahí en adelante siempre fuí una lectora de cuanto papel escrito llegaba a mis manos. El periódico todavía lo acostumbro a leer de cabo a rabo, incluyendo anuncios y obituarios.

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