lunes, 4 de febrero de 2013

Gertrudis, la gallina

Nuestra casa tenía un jardín de lado y un patio trasero, ambos enormes. Tanto así que la mayoría de nuestros amiguitos acudían a jugar con nosotros. En el jardín, cultivaba mamá cinco árboles de duraznos, muchos rosales, begonias, entre muchas flores más. Esos duraznos crecieron tanto y nos daban tantos duraznos que juntábamos cubetas, que luego teníamos que pelar para que mamá los hiciera en almíbar y envasara, pero eran tantos que teníamos que terminar regalando a nuestros vecinos. Y nosotros terminábamos trepando por sus ramas para cortarlos, pero siempre era una algarabía y competencias para ver quién cortaba más.
No habíamos tenido mascota alguna, a mamá no le gustaban, por lo que no hacía mucho por que contáramos con alguna.
Un día, pasó un vendedor ofreciendo pollitos.  Nosotros les teníamos miedo. Nomás los oíamos píar, y decíamos: Ay, que bonitos, pero no nos atrevíamos a tocarlos. Mamá nos compró una docena, y los soltó en el jardín. Ella nos enseñó a agarrarlos para jugar con ellos. Pero en el momento que nos perseguían creyendo que éramos su mamá gallina, pues corríamos gritando como locos, pidiendo auxilio!!!  jajajaja. Que risas les provocaba a nuestros padres nuestros temores. Poco a poco, nos fuimos acostumbrando a ellos, pasaron los días, Los pollos crecieron, y crecieron. Pero la sorpresa de mis papás, fué al ver que uno de ellos, al crecer se convirtió en una polla preciosa colorada, que siguió creciendo hasta convertirse en una gran gallina a la que bautizamos Gertrudis. En este proceso de su crecimiento, la Gertrudis, se apegó mucho a mi hermanito Alex. Ella se dejaba cargar sólo por él. Y no solo eso, se dejaba peinar con un gran peine, y que le pusiera desodorante bajo sus alas. A la hora de dormir, él la colocaba en una caja de zapatos y la tapaba. Y ella se quedaba muy quieta y con sus patas muy estiradas, bajo su cobijita. Lo increíble es que ella, no dormía afuera con el resto de los pollos, sino que tocaba, bueno picoteaba la puerta del patio, para que le abriéramos y corría en dirección a su caja-cama para dormir.
Era obediente, en cuanto amanecía, mi hermano la acicalaba, y una vez lista, la ponía en la puerta del patio, ella pegaba un gran brinco y a retozar con sus hermanos los pollos en el patio trasero.
Ah!!!! pero que no fuera testigo de nuestras peleas de hermanos, y menos que su dueño Alex, estuviera involucrado, porque nos perseguía cocoreando y si nos llegaba a alcanzar se nos iba a picotazos sobre nuestros zapatos. Lo defendía a capa y espada. Si que nos llegó a pegar grandes sustos.
Llegó el día que descubrimos que Gertrudis, puso su primer huevo. A mamá esto no le pareció, ya que dijo que como no tenía Gallo, el huevo era de tierra. Y optaron por comprar un Gallo, al que bautizamos Fernando. Así que empezamos a tener, muchos pollos y gallinas y muchos huevos diarios.
De pronto papá se vió obligado a construir un gran gallinero en el fondo de nuestro patio.
Pero Gertrudis, no dormía en su gallinero. Ella era nuestra mascota y ella lo sabía.
Ella tenía su lugar dentro de la familia.

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