miércoles, 6 de febrero de 2013

Primer día en Taxco.
Como les comentaba anteriormente, llegamos a Taxco, el 22 de noviembre de 1963, una fecha memorable por dos razones, la primera, nuestra llegada y la segunda, que les comentaré más adelante.
Cuando llegamos a nuestra casa, nos dimos cuenta que no era una casa, era un departamento, que por la calle principal, se encontraba en el tercer piso, y por la calle trasera, estábamos en el primero, o el primer sótano, porque debíamos bajar.
Esto era porque todas las casas o la inmensa mayoría de ellas, están ubicadas en los cerros, y para llegar a ellas, hay que subir o bajar por empinadas y empedradas calles.
Nuestro departamento era amplio, solo estábamos nosotros y otros vecinos, cada uno tenía un patio-balcón enorme con vista a la calle, desde arriba, y enfrente estaba el edificio de la Coca-Cola.
Desde ahí podíamos observar casi toda la calle desde su inicio en la carretera hacia Acapulco, hasta donde topaba con el mercado. Era una calle de mucha afluencia de vehículos y personas. Como era el acceso al mercado entraban y salían camiones cargados de mercancías, animales, frutas, verduras, canastos, flores, de todo, rumbo a los puestos. A los que acudíamos a comprar nos llamaban "marchantes": "ándale marchante que vas a llevar? llévalo barato!!!", "tenemos chicharrón, o carne, o fruta" La gente para ir a comprar llevaba sus canastas más grandes. Nosotros no teníamos canastas, y como dice el dicho: "a la tierra que fueres, haz lo que vieres", mamá tuvo que buscar y comprar la suya dentro del mercado. Nosotros divertidos con tanta cosa nueva.
Llegó la hora de comer, y nos fuimos al centro a un restaurante enfrente del zócalo y la iglesia de Santa Prisca.
Y cuando estábamos comiendo en el radio, dieron la noticia del asesinato del presidente Kennedy.
Y a pesar de nuestra corta edad, todos quedamos muy impresionados. Esa fecha no se me olvidará jamas. Esa es la otra razón memorable para mi.
Llegamos a casa, apesadumbrados todavía por la noticia, y empezamos a desempacar, y a colocar las cosas en sus lugares, hasta que poco a poco, la casa-departamento se vio como nuestra casa.
Esa noche dormimos agotados por todas las experiencias de ese día.




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